Teniendo alientos de polvo,
con la saliba en sus labios.
Contando hasta los minutos
que le queda en el infierno.
No tiene miedo ni pena,
No piensa que saldrá herido.
Y otra vez que esto se cumple,
vuelve al pueblo querido.
Respiran y viven despiertos,
disfrutan de sus dineros,
cuenta anécdotas y cuentos.
Nunca están solos los mineros.
Tienen amigos que le abrigan
y le dan siempre consuelo,
porque mañana en la mina,
sus vidas no tendrán dueño.
Noé V.
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